Un búnker como sala de juegos es posible y muy económico. En España existen 500 refugios antiatómicos con capacidad para 20.000 personas. La demanda de estas construcciones tras el 11-S, las profecías Mayas y demás vaticinios casposos se ha incrementado un 50% en nuestro país. Los últimos acontecimientos y “profecías” han aumentado la sensación de inseguridad entre los españoles, que ya se plantean la utilidad de estas plazas. Conozca qué necesita su casa para transformarla en un lugar seguro.
Un ingeniero industrial especializado en reactores nucleares patentó hace más de veinte años un modelo de refugio atómico para construir en España. La culpa, según contaba, la tuvieron Sofía Loren y Charles Chaplin. «En un programa de televisión salieron hablando de los nuevos búnkers que se habían construido en sus respectivos chalés de Suiza. Pensé que esa idea podría trasladarla a aquí».
Sofía Loren y Charles Chaplin salieron hablando de los nuevos búnkers que se habían construido en sus respectivos chalés de Suiza. Pensé que esa idea podría trasladarla a aquí.
En España existen en la actualidad 500 refugios de estas características para unas 20.000 personas. La mayoría se encuentra en viviendas privadas y casas modernas. La comparación con los países del Norte de Europa, sin embargo, resulta ridícula. En Suiza, por ejemplo, existen 230.000 construcciones de este tipo, con capacidad para 6.500.000 personas, prácticamente el total de su población. En Suecia cuentan con siete millones de plazas protegidas, para el 80% de sus habitantes. Además, las empresas disponen de refugios antiatómicos para sus trabajadores. En Noruega, la construcción de estos locales es también obligatoria. Tienen 1.500.000 plazas en refugios privados y 180.000 en públicos. En Dinamarca, por su parte, hay 2.400.000 de plazas protegidas, para la mitad de sus habitantes. En Finlandia, 2.500.000 de personas estarían a resguardo en su búnker personal construidos bajo roca. Rusia tiene «cubierta» al 70% de su población con 175.000.000 de plazas, mientras que en Estados Unidos se han contado cien millones.
Su construcción, está al alcance de casi todos los bolsillos. El coste oscila entre los 24.040 y 30.050 euros. «Lo mismo que un coche, más o menos»
Fiebre por la seguridad
La fiebre por la seguridad sacude a la sociedad en tiempos de guerra. «Si en un día normal recibimos entre cuatro y cinco llamadas de personas interesadas en construirse un búnker, ahora atendemos entre quince y veinte». Los españoles comienzan a tener la necesidad de sentirse más protegidos. Desde los atentados del 11-S, la construcción de estas plazas ha aumentado un 40% en nuestro país, según datos del gabinete de ingeniería y arquitectura ABQ. «La guerra de Siria incrementará esta demanda, pero aún no sabemos cuánto».
Empresarios, joyeros, anticuarios o gente de la nobleza, los demandantes de refugios o un búnker en nuestro país suelen tener un alto poder adquisitivo. Su construcción, sin embargo, está al alcance de casi todos los bolsillos. El coste oscila entre los 24.040 y 30.050 euros. «Lo mismo que un coche, más o menos».
Empresarios, joyeros, anticuarios o gente de la nobleza, los demandantes de refugios o un búnker en nuestro país.
Además de resultar económicamente accesible, un búnker puede diseñarse en todo tipo de viviendas. En un chalé de nueva construcción, en uno ya construido e, incluso, en un edificio de varias plantas. De la tipología de la vivienda dependerá el modelo y la ubicación exacta de este refugio. En la unifamiliar de nueva construcción, por ejemplo, se utilizará el garaje. Si el chalé se encuentra ya levantado, el búnker se realizará en una parcela próxima a la vivienda, para facilitar la conexión entre el refugio y el interior del piso. La superficie de jardín necesaria para habilitar una construcción así no pasa de los ocho metros de largo por seis de ancho. En viviendas multifamiliares también pueden habilitarse estas edificaciones, que se localizarían en el último sótano del inmueble. Un refugio antinuclear tiene unas dimensiones medias que oscilan entre los 30 y 50 metros cuadrados y una capacidad para acoger a 25 personas. La construcción consta de una caja acorazada de hormigón armado. Las paredes, el suelo y el techo se encuentran revestidos de este material, que los aísla por completo del exterior y que les otorga una resistencia de entre 10.000 y 30.000 kilos por metro cuadrado. En algunos casos, incluso, el poder de aguante llega hasta los 120.000 kilos.
Búnker: tres funciones
Un búnker cumple tres funciones: resistencia (el hormigón permite evitar impactos de honda de choque por culpa de una explosión), estanqueidad (un sistema de filtrado de aire lo toma del exterior, lo filtra, pasa por el interior del refugio y, después, vuelve a salir) y habitabilidad (el refugio debe tener aseos, fosa fecal, cocina, camas, grupo electrógeno, víveres, máscaras antigás y detector de radioactividad). Los expertos aconsejan pintar las paredes del refugio de color marfil. «Hay que evitar el color blanco porque recuerda a los hospitales, y los azules o verdes para evitar la sensación de claustrofobia». La construcción debe estar habilitada de tal forma que pueda almacenar 15 kilos de comida por persona (no hay que olvidar que los efectos de una radiación suelen durar unas dos semanas y que sería ése el tiempo que una familia debería permanecer encerrada en el refugio) y unos 30 litros de agua por persona.
Un buen refugio de be cumplir tres funciones: Resistencia, estanqueidad y habitabilidad.
La entrada de un búnker se encuentra reforzada por una puerta de acero hermética. La primera dependencia que halla el refugiado es una habitación pequeña que cumple la función de expulsar el aire que entra del exterior y de descontaminar a los inquilinos. En esta dependencia, además, se construyen los aseos. Tras esta habitación, se encuentra una amplia sala de unos 30 metros cuadrados protegida por otra puerta blindada, en la que se halla la cocina, el salón y la zona de dormir. En el caso de que el refugio tenga unas dimensiones mayores, ésta última zona puede estar separada. Después se da paso a una pequeña habitación de 7 metros cuadrados que acoge el grupo electrógeno y un tanque de combustible para quince días. Por último, el refugio dispondrá de una salida de emergencia exterior, que estará separada de la vivienda unos cinco metros para que en una hipotética explosión los escombros no taponen la vía de escape.
Los expertos aconsejan pintar las paredes del refugio de color marfil. Hay que evitar el color blanco porque recuerda a los hospitales, y los azules o verdes para evitar la sensación de claustrofobia.
Estas construcciones están preparadas para cualquier catástrofe natural (terremotos, huracanes, volcanes…), tecnológica (escapes de gas, radioactividad…) y una guerra con armas convencionales, químicas o de destrucción masiva. Sin embargo su utilidad no sólo está contemplada para situaciones límite. En tiempos de paz, estos refugios pueden convertirse en bodega, cámara acorazada, gimnasio, sala de lectura o vídeo e, incluso, almacén. El ejemplo más claro es el búnker que se encuentra en el hotel Beatriz de Talavera de la Reina (Toledo). Es el más grande de España, con 600 metros cuadrados, y actualmente se utiliza como aparcamiento.